jueves, 20 de febrero de 2020

Karin Salvucci, vecina de Acassuso, retrata gorilas, chimpancés y tigres por las selvas del mundo

Karin Salvucci todavía se asusta cuando revive el momento en que un gorila de lomo plateado -macho, líder de la manada, 500 kilos promedio- se le fue encima. Parada en la ladera de una montaña en Uganda, escondida entre lianas milenarias enraizadas en la selva y rodeada apenas por otros cuatro aventureros como ella, volvió a preguntarse “¡¿qué hago acá?”!.
Lo que llevó a esta vecina de Acassuso, de 48 años, ex alumna del colegio Martín y Omar, a terminar en medio de la fauna africana tiene origen en su infancia y su sangre italiana. “Mis únicas vacaciones eran allá y uno de los amigos de mis padres, a quien veía cada año, era piloto de avión y vivía en Kenia. Yo fantaseaba con que pasaban jirafas por la puerta de su casa y siempre buscaba charlar con él sobre Africa. En ese entonces, Daktari era la serie del momento y yo era fanática. Por si fuera poco en el cole me decían Clarence, porque era bizca como el león de la serie”, recuerda.
De adulta, ya trabajando en agencias de publicidad y como gerenta de marketing de HBO para Latinoamérica, fantaseaba con la idea de -finalmente- conocer Africa. Y convenció a su novio para hacer dos viajes:. Hicieron 6 mil kilómetros en auto por Sudáfrica y luego manejaron hasta Maputo, la capital de Mozambique. Dos años después, visitaron Kenia y Tanzania. “Me la pasaba viendo documentales de National Geographic y me empezó a dar vueltas en la cabeza estar en contacto con monos. Esta vez mi novio se negó a viajar conmigo así que me saqué un pasaje a Sandakan, en la Isla de Borneo, sin fecha de regreso”, recuerda Karin. Los orangutanes que quedan en estado natural en el mundo viven en algunas regiones de Asia, como Borneo y Sumatra.
Cuenta que es muy difícil verlos porque son animales solitarios pero que en esta suerte de santuario logró acercarse y fotografiarlos. “Soy amateur pero desde la época de los rollos. La manera en que juegan, sus gestos, cómo cuidan a sus crías, fue el inicio de un trabajo fotográfico que se llama “True Humans” (Verdaderos humanos) y que espero se convierta en libro”, desea la proteccionista.
El año pasado cumplió otro sueño: viajar más de 10 mil kilómetros hasta el “Impenetrable Bwindi”, en Uganda para ver de cerca a los gorilas de montaña que sólo habitan ahí, en Congo y Ruanda. La travesía incluyó trekking con rangers, guardaparques y permisos de avistaje, que van desde 650 dólares en Uganda hasta 1200 en Ruanda. “Los avistajes pueden durar 10 horas o diez minutos, depende lo que tardes en encontrar al grupo, aunque las familias de gorilas no suelen moverse tanto. “Es una selva tupida, como la de Misiones, en la que estuve trepando durante ocho horas para poder verlos tan sólo una, que es el tiempo permitido para observarlos una vez que se los avista. Obviamente perdí la cuenta de cuántas veces disparé la cámara”, relata Karin como si estuviera nuevamente ahí.
Dice que no está permitido tocarlos “porque compartimos el 99,9 % de los genes con ellos y podemos transmitirles enfermedades. Y si ellos se te acercan, que sucede, hay que permanecer sentado o hacerse como una bolita, lo más chiquito posible. Y nunca, pero nunca, mirarlos a los ojos porque puede resultarles desafiante”.
Lejos de asustarse, Karin ya está pensando en su próxima aventura. Me encantaría viajar al Norte de la India para fotografiar a los Tigres de la Malasia. Pero antes tengo pendiente buscar a los chimpancés en Tanzania, que parecen los más domesticados pero en libertad son los más agresivos de todos. Igual no me asusta para nada, después de observarlos tanto estoy segura que hay más humanidad en ellos que en los humanos.
(Fuente: Clarin Zonal)