jueves, 28 de junio de 2012

El fiscal pidió la prisión preventiva para la pareja de Érica Soriano

El fiscal Loureyro considera a Daniel Lagostena, de 51 años, autor de "privación ilegal de la libertad seguida de muerte y aborto" y solicitó que continúe preso porque si es liberado puede fugarse o entorpecer la investigación.
Además, en una presentación realizada ante el juez de Garantías Gabriel Vitale, Loureyro pidió la elevación a juicio de la causa, al considerar que ya está clausurada la etapa de investigación.
Según los voceros, antes de resolver los pedidos del fiscal, el viernes a las 12 el juez encabezará una audiencia en los tribunales situados en Larroque y Camino Presidente Perón, en la localidad de Banfield, a pedido del abogado de Lagostena, Gustavo Della Maggiore.
El letrado tiene previsto solicitar la nulidad del pedido fiscal e insistir con la excarcelación de su cliente porque, a su entender, no hay peligro de fuga ni de entorpecimiento de la investigación.
Sin embargo, el abogado de la familia Soriano, Marcelo Mazzeo, dijo a Télam que pedirá que se le dicte la prisión preventiva en coincidencia con el fiscal y que no se lo libere "porque es probable que se fugue y tiene facilidad para entorpecer el proceso".
"Recordemos que después del crimen de Erica se fue a Misiones cinco días, dejó un teléfono celular prendido aquí para simular que seguía en Lanús y se deshizo del cadáver de Erica al punto que aún no pudo ser hallado", sostuvo Mazzeo.
Tras la audiencia del viernes, el juez tiene cinco días corridos para resolver la situación procesal de Lagostena.
La hermana de Erica, Verónica Soriano, se mostró "conforme" con el pedido fiscal y dijo que el viernes concurrirá con su madre a la audiencia, en la que por primera vez se verán cara a cara con Lagostena tras la detención.
Erica Soriano (30), embarazada de dos meses y medio, fue vista por última vez el 20 de agosto de 2010, en Lanús, y la versión de su pareja es que al día siguiente ella se fue a visitar a su madre a Villa Adelina, en el norte del conurbano, pero nunca llegó.
En el marco de la causa se exhumaron siete cadáveres en el cementerio de Lanús, se examinó la bóveda de la familia de Lagostena (su padre tiene una funeraria) y se rastrilló un campo de Saladillo en búsqueda del cadáver, aunque sin resultados.
El 24 de mayo último, el fiscal Loureyro recibió un peritaje psicológico-psiquiátrico que determinó que Lagostena es un hombre "golpeador y violento que simula constantemente" y con las otras pruebas reunidas hasta ahora en la causa, que consta de 70 cuerpos y 14.000 fojas, solicitó al juez la detención.
En el expediente se determinó que la última señal con vida de la víctima se dio en el domicilio de Lagostena, con quien mantenía una relación sentimental por de más complicada y conflictiva, según testimonios de familiares y amigos.
Para el juez, Erica nunca salió de su casa, como declaró su pareja, y presuntamente fue asesinada en ese lugar el 20 de agosto de 2010 entre las 22 y las 5.
Según consta en la causa, esa tarde la pareja fue al médico y a las 21.14 Erica llamó por teléfono a una amiga y le dijo que estaba yendo con Daniel hacia su casa. Esa fue la última vez que se supo algo de ella.
Cerca de la medianoche, el ahora imputado comenzó a intercambiar mensajes con un sobrino, Brian Poublán (22), con quien hasta entonces no tenía un trato cotidiano ni habitual.
Finalmente, alrededor de las 5 del día siguiente un teléfono celular a nombre de la madre del joven se activó en Lanús, luego en la Costanera, en Capital Federal, y nuevamente en la localidad del sur bonaerense.
Los pesquisas probaron que entre el teléfono de Lagostena y el de su sobrino se produjeron seis comunicaciones y presumen que se dieron en el lapso durante el cual se deshicieron del cuerpo.
Con esta evidencia recolectada, el joven quedó imputado en la causa como sospechoso pero aún no fue detenido ni procesado.
Otro dato valorado es que en la chimenea de la casa se hallaron restos de una bombacha, por lo que se presume que el imputado quemó allí la ropa de su pareja, y una mancha de sangre debajo de una mesita ratona que se estableció que era de una mujer, pese a que había sido lavada.

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